Esa era la sección del restaurant que sólo usaba para comer, y de la que tan pronto terminaba mi último plato escapaba rauda cual gacela a fumarme el nunca bien ponderado puchito de después de almuerzo.
Sin embargo y después de un tiempo un tanto largo me di cuenta de que la cuenta de puchos aumentaba cada día con cualquier excusa ridícula como frío, hambre, nervios, cansancio y un largo etc, que sería dificil de enumerar ahora.
Lo intenté varias veces sin conseguir el resultado esperado, siempre recaía. siempre encontraba la manera de volver a fumar.
Me costó un mundo primero decidirlo, y después ejecutarlo, pero aquí estoy dos meses después y ni un sólo pucho.
No puedo decir que ha sido fácil, no puedo decir que no me han dado ganas de mandar el propósito a la mierda y comprarme una cajetilla de Lucky, y fumarmela enter, solita, sin convidar ni un sólo cigarrillo con un cafecito eterno, un libro y buena música mirando el mar.
Pero he sido fuerte, no he flaqueado en mi propósito y me hace sentir orgullosa, sobretodo porque sigo rodeada de fumadores.
El último cigarro fue de una cajetilla que me regalaron la Pérez y la Lale y que habían traído de su viaje a Brasil.
Como habría dicho el Griego, se pensó y se hizo.
Estoy feliz, orgullosa, pero luchando con mis gans y mis impulsos. Es parte de crecer no creen?
Mis muy queridos y adorados contertulios ¿ han tenido ustedes que alejarse de algún vicio o se lo han propuesto seriamente?
