Hoy pensando en tantas cosas que he tenido para pensar en esta semana, empecé a pensar porque me gusta tanto el invierno, el frío y la lluvia.
Me di cuenta que el frío es como yo un poco, es potente, duro, a veces es lindo, pero cuando hace daño lo hace con todas sus fuerzas, aún sin quererlo.
Así soy yo, hago daño cuando menos lo quiero, hago daño a quien menos quiero.
Ya decía mi amiga Andrea que ella era Caustica y yo Corrosiva calo en las personas con dolor.
Me lo hicieron de nuevo y yo se lo hice otra vez a alguien más. Me trataron como basura y ahí estoy yo de nuevo escapando de la responsabilidad de querer a alguien que si me quiere o al menos eso dice.
Pero el invierno me hace sentir acompañada, me da la certeza de que no estoy sola, de que somos muchos más los que hacemos lo que no queremos por no ser capaces de hacer lo que los demás quieren ( que enredo)
Sigo discutiendo, y sigo peleando por lo que creo que es bueno para todos, pero como siempre hay alguien a quien la idea no le parece y se da el lujo de ofenderme.
En la entrada anterior cuando dije que mi intuición me decía que dejara el juego debí hacerlo a tiempo, porque perdí y la verdad no me gusta perder al menos no así, no en un día como ese cuando la felicidad era lo más importante cuando todo era lindo.
Pero la herida ya es cicatriz como yo la quería: visible, importante, fea para saber que está allí, que no se abrirá de nuevo, que me dolió pero que pudo cerrar más rápido que la primera vez, más fuerte que la primera vez, que me ayudó para terminar el capítulo, pero no me ayudó a empezar con otro.
El frío del invierno me hace sentir como en casa, como si viviera en una fortaleza de hielo permanentemente.
Me gusta el azul del mar en invierno, es oscuro, es poderoso, es turbulento.
Me gusta como huele está ciudad cuando es invierno y llueve. Me gusta ese olor profundo de mar entrando por las ventanas aunque vivas en un cerro, me gusta el anuncio de aguacero. Me gusta ver como pega la lluvia en mi ventana con el viento de frente.
Salir a pasear con la lluvia en el pelo, con un paraguas que no sirve; con la cara mojada sin pensar en nada, con un helado que el agua derrite y que la verdad mucho no importa.
Con las olas mojando las veredas y corriendo para que no te mojen cuando ya no tiene sentido.
Me gustaría mas invierno, más frío, más escenas como esas.
Lo único que sigue frío todo el año es mi corazón.
Me di cuenta que el frío es como yo un poco, es potente, duro, a veces es lindo, pero cuando hace daño lo hace con todas sus fuerzas, aún sin quererlo.
Así soy yo, hago daño cuando menos lo quiero, hago daño a quien menos quiero.
Ya decía mi amiga Andrea que ella era Caustica y yo Corrosiva calo en las personas con dolor.
Me lo hicieron de nuevo y yo se lo hice otra vez a alguien más. Me trataron como basura y ahí estoy yo de nuevo escapando de la responsabilidad de querer a alguien que si me quiere o al menos eso dice.
Pero el invierno me hace sentir acompañada, me da la certeza de que no estoy sola, de que somos muchos más los que hacemos lo que no queremos por no ser capaces de hacer lo que los demás quieren ( que enredo)
Sigo discutiendo, y sigo peleando por lo que creo que es bueno para todos, pero como siempre hay alguien a quien la idea no le parece y se da el lujo de ofenderme.
En la entrada anterior cuando dije que mi intuición me decía que dejara el juego debí hacerlo a tiempo, porque perdí y la verdad no me gusta perder al menos no así, no en un día como ese cuando la felicidad era lo más importante cuando todo era lindo.
Pero la herida ya es cicatriz como yo la quería: visible, importante, fea para saber que está allí, que no se abrirá de nuevo, que me dolió pero que pudo cerrar más rápido que la primera vez, más fuerte que la primera vez, que me ayudó para terminar el capítulo, pero no me ayudó a empezar con otro.
El frío del invierno me hace sentir como en casa, como si viviera en una fortaleza de hielo permanentemente.
Me gusta el azul del mar en invierno, es oscuro, es poderoso, es turbulento.
Me gusta como huele está ciudad cuando es invierno y llueve. Me gusta ese olor profundo de mar entrando por las ventanas aunque vivas en un cerro, me gusta el anuncio de aguacero. Me gusta ver como pega la lluvia en mi ventana con el viento de frente.
Salir a pasear con la lluvia en el pelo, con un paraguas que no sirve; con la cara mojada sin pensar en nada, con un helado que el agua derrite y que la verdad mucho no importa.
Con las olas mojando las veredas y corriendo para que no te mojen cuando ya no tiene sentido.
Me gustaría mas invierno, más frío, más escenas como esas.
Lo único que sigue frío todo el año es mi corazón.